Se me hace tremendamente complicado narrar lo acontecido hace apenas unas semanas. Creo que los astros se alinearon y crearon las condiciones ideales para poder dar un impresionante repaso a lo mejorcito que se cuece en España si hablamos de riesling: por un lado la presentación en Montbrió del Camp (Tarragona) de la añada 2008 por Vinialia y, por otro cauce bien diferente, la exposición -y posterior cata- de los vinos de 2009 de Weinhaus Barzen.
El primer evento es algo así cómo una bacanal vínica. En pocas ocasiones se puede charlar, probar y discutir con los mismísimos productores sobre sus vinos y los de sus ‘contrincantes’, situados a escasos metros unos de otros.
No me alargaré explicando los más de 100 vinos catados, prefiero recortar y decir que la añada 2008, generalizando un poco, es bastante agresiva cuando hablamos de acidez. Cómo es normal los grandes nombres, las vacas sagradas alemanas, no suelen tener problema para darle a sus vinos lo que necesitan pero, aún con todo, se nota cierta estridencia en los vinos de 2008 que los perfila más hacia el gusto de los entendidos en el tema que no al de los neófitos que decidan ‘entrarles’ por primera vez.
Son vinos, a mi forma de verlos, que auguran un poder de guarda relativa (bajo riesgo de perder su ya liviana anchura) y que donde mejor se encuentran es en los primeros niveles azucarados del Prädikat (Kabinett y Spätlese) por esa mayor compensación acidez/dulzura.
Tampoco conviene engañarse ni ser más papistas que el Papa, el hecho de nacer después de una añada tan radicalmente expresiva cómo 2007 ha penalizado a los presentados por simple y odiosa comparación.
Apunto a continuación los dos mejores vinos de cada categoría, siempre de 2008, que mis papilas seleccionaron (eso sí, siguiendo el criterio de la mejor RCP):
El primer evento es algo así cómo una bacanal vínica. En pocas ocasiones se puede charlar, probar y discutir con los mismísimos productores sobre sus vinos y los de sus ‘contrincantes’, situados a escasos metros unos de otros.
No me alargaré explicando los más de 100 vinos catados, prefiero recortar y decir que la añada 2008, generalizando un poco, es bastante agresiva cuando hablamos de acidez. Cómo es normal los grandes nombres, las vacas sagradas alemanas, no suelen tener problema para darle a sus vinos lo que necesitan pero, aún con todo, se nota cierta estridencia en los vinos de 2008 que los perfila más hacia el gusto de los entendidos en el tema que no al de los neófitos que decidan ‘entrarles’ por primera vez.
Son vinos, a mi forma de verlos, que auguran un poder de guarda relativa (bajo riesgo de perder su ya liviana anchura) y que donde mejor se encuentran es en los primeros niveles azucarados del Prädikat (Kabinett y Spätlese) por esa mayor compensación acidez/dulzura.
Tampoco conviene engañarse ni ser más papistas que el Papa, el hecho de nacer después de una añada tan radicalmente expresiva cómo 2007 ha penalizado a los presentados por simple y odiosa comparación.
Apunto a continuación los dos mejores vinos de cada categoría, siempre de 2008, que mis papilas seleccionaron (eso sí, siguiendo el criterio de la mejor RCP):

Subiendo un tanto el nivel de calidad llegamos a los pagos con nombre pero que no llegan a la categoría superior. En este apartado hay un claro vencedor para mí: Dönnnhoff Tonschiefer, un ejemplo de linealidad año tras año (y eso que hace poco que está en el mercado) que aporta grandes dosis de placer a un precio la mar de contenido. Destacable también Böhlig de Bürklin-Wolf por la marcada ganancia de calidad al respecto de sus hermanos más básicos.
Llegados al máximo exponente en cuanto a secos, la categoría GG (Grosses Gëwachs), vuelvo a rendirme ante la gran personalidad del pago estrella del dios de Nahe, Hermannshöhle transmite esa cara bondadosa que es la muestra de cómo ha de ser un vino (relativamente) seco alemán. Cómo segundo candidato al trono, con permiso del Uhlen “R” 2007 que por añada no debería competir en la misma liga, quiero darle los laureles al Kirchenstück, pero de Bassermann-Jordan. Excelente la calidad de este productor en una cosecha donde se agradece cualquier aporte graso, así cómo una mejor RCP.

Pasamos a los vinos tocados por un ligero residual. Los Kabinett suelen ser vinos tremendamente afrutados, que provocan serios problemas de adicción a quien los consume. Cómo decía anteriormente esta cosecha 2008 es muy resultona tanto en Kabinett cómo en Spätlese por ganar un mayor equilibrio a la acidez con ese toque extra de azúcar.
Destaco sobre otros el genial y mineral (puro fósforo) Abtsberg de Maximin Grünhaus y, por supuesto, Trittenheimer Riesling Kabinett de unos de mis productores favoritos en cuanto a vinos dulces, Grans-Fassian. Dos ejemplos de un concepto que, sobretodo a nivel femenino, aúnan en aceptación y nos dan una línea de vinos inmensamente integrada con serias opciones de éxito, todo ello sin olvidar lo maravillosamente que evolucionan en botella.
Con el doble de residual nos situamos aproximadamente en la categoría Spätlese, aquí hay mucho donde cogerse pero no me dejaré tentar por mi acelerada cabeza y dictaré sentencia, una vez más, con dos únicos ejemplos. El primer puesto se lo lleva Morstein Spätlese de Weingutt Wittmann, impresionante complejidad que sorprende a estas alturas de su vida, ni pensar quiero cómo estará cuando pase un lustro… El segundo puesto es para un soberbio, año tras año, Juffer Sonnenhur del señor Hagg, Fritz Haag. Sobran las palabras para definir este vino, es tan redondo, tan etéreo y a la vez tan evidente que no se puede olvidar, una referencia segura en Mosel.

Entramos de lleno en la zona altamente peligrosa para los diabéticos, los Auslese, con muchas veces más de 100gr/l de azúcar residual han de ser examinados con mucha visión de futuro pues, en este momento de su vida, apenas iniciada su trayectoria evolutiva, se muestran demasiado densos, algo pesados y con serías necesidades de equilibrarse.
En esta ocasión me sorprendió enormemente el genérico Forster Riesling Auslese de Bürklin-Wolf, tremenda acidez que hacía palidecer a los casi 150gr/l de azúcar que tiene ¡impresionante! También bajo todo pronóstico, lo cual no deja de alegrarme muchísimo por advertir serias mejoras respecto a años anteriores, para el segundo puesto de esta dulce escala me quedo con St. Nikolaus Auslese de Peter Jakob Kühn. La personalidad de esta bodega me llegó a emocionar, un mineral diferente a lo establecido me giró el pensamiento y acabé casi postrado a sus pies: parece ser que su biodinamismo empieza a dar frutos decentes.
Por último, y mezclando diversas categorías de extrema calidad (Auslese-GK, BA, TBA y Eiswein) vuelvo a pasar la criba de grano fino (bien sabe Dios que si fuese por mí cabeza dejaría pasar a ciento y su madre) y dejo únicamente una pareja de ganadores entre los máximos exponentes de la diva.
Indiscutiblemente el Eiswein 2008 de Dönnhoff se merece para mí un capítulo aparte en todo este apretado discurso pero, para que no me tachen de condicionado, mejor le otorgo el pódium de la exagerada calidad (y precio) al magnánimo, telúrico y sugestivo vino del pago de los hermanos: Herremberg Eiswein de Maximin Grünhaus, delicadeza y personalidad mezclada al 200%, imposible resetear el paladar tras su ingesta.
El mismo nivel de satisfacción me ofreció, esta vez desde Rheingau y en forma de vino botritizado, Lenchen BA del resurgido Kühn. Su impresionante acidez (nada menos que 13,4 gr/l de tartárico) derrocaban a los 227gr de residual que la uva cedió cuando estaba en su máximo esplendor.
Hasta ahí el resumen de lo que la cosecha 2008 nos tiene preparado. Ahora dejadme reseñar, aunque sea a vuelapluma, y poneros un poco más largos los dientes, otras grandezas catadas: Egon Müller Scharzhofberger Spätlese 1990 (no me dijo mucho el Auslese 2003 de la marca…), J.J. Prüm Sonnenhur Auslese-GK 1998, Grans-Fassian Eiswein 1995 o, simplemente, Fritz Haag Auslese-GK de 2006… ok, vale, ya paro.
En esta ocasión me sorprendió enormemente el genérico Forster Riesling Auslese de Bürklin-Wolf, tremenda acidez que hacía palidecer a los casi 150gr/l de azúcar que tiene ¡impresionante! También bajo todo pronóstico, lo cual no deja de alegrarme muchísimo por advertir serias mejoras respecto a años anteriores, para el segundo puesto de esta dulce escala me quedo con St. Nikolaus Auslese de Peter Jakob Kühn. La personalidad de esta bodega me llegó a emocionar, un mineral diferente a lo establecido me giró el pensamiento y acabé casi postrado a sus pies: parece ser que su biodinamismo empieza a dar frutos decentes.
Por último, y mezclando diversas categorías de extrema calidad (Auslese-GK, BA, TBA y Eiswein) vuelvo a pasar la criba de grano fino (bien sabe Dios que si fuese por mí cabeza dejaría pasar a ciento y su madre) y dejo únicamente una pareja de ganadores entre los máximos exponentes de la diva.
Indiscutiblemente el Eiswein 2008 de Dönnhoff se merece para mí un capítulo aparte en todo este apretado discurso pero, para que no me tachen de condicionado, mejor le otorgo el pódium de la exagerada calidad (y precio) al magnánimo, telúrico y sugestivo vino del pago de los hermanos: Herremberg Eiswein de Maximin Grünhaus, delicadeza y personalidad mezclada al 200%, imposible resetear el paladar tras su ingesta.
El mismo nivel de satisfacción me ofreció, esta vez desde Rheingau y en forma de vino botritizado, Lenchen BA del resurgido Kühn. Su impresionante acidez (nada menos que 13,4 gr/l de tartárico) derrocaban a los 227gr de residual que la uva cedió cuando estaba en su máximo esplendor.
Hasta ahí el resumen de lo que la cosecha 2008 nos tiene preparado. Ahora dejadme reseñar, aunque sea a vuelapluma, y poneros un poco más largos los dientes, otras grandezas catadas: Egon Müller Scharzhofberger Spätlese 1990 (no me dijo mucho el Auslese 2003 de la marca…), J.J. Prüm Sonnenhur Auslese-GK 1998, Grans-Fassian Eiswein 1995 o, simplemente, Fritz Haag Auslese-GK de 2006… ok, vale, ya paro.
