Vadebacus es una plataforma donde exponer nuestras experiencias y vivencias y sobre todo un vehiculo para movernos entre otras muchas personas que comparten nuestras mismas inquietudes. No estamos ni mucho menos de acuerdo entre los integrantes de este pequeño grupo que difunde sus expectativas a través de la blogosfera pero nos une el respeto mutuo y una pasión compartida. Reivindico el derecho a equivocarme y a poder cambiar de opinión cuando los argumentos se imponen a los sentimientos. La pluralidad es lo que da vida a Vadebacus y es por ello que somos sumamente celosos de la independencia de cada uno. El conocimiento nos hace libres.
Carlos Palahí
Uno de nuestros principales pilares es la imparcialidad, la independencia en cuanto a ideas. Queremos seguir en esa línea y lucharemos cuanto nos sea posible por defender nuestras creencias. Ni pedimos ni favorecemos, no cedemos ante las presiones, somos fuertes como grupo y pretendemos continuar así. Sin pretensiones, con transparencia, sin ánimo de ofender y abiertos a las críticas y las mejoras. Nos gusta cómo somos, el grupo que hemos formado.
Carlos González
Con la premisa de que cuanto más sabemos vino, menos entendemos al respecto, aceptamos toda crítica y, a la vez, hemos sido, somos y seremos capaces de criticar lo que en algunas ocasiones pueda parecer el idealismo más perfecto. Nosotros no nos casamos con nadie.
Por otro lado, en esta unión tricefálica, cada pluma tiene sus preferencias sin que ello sea causa de la más mínima disputa. Sea entonces nuestro Blog una puerta a la exposición sincera y particularmente objetiva de nuestras modestas aportaciones.
Esperamos que todos podamos seguir aprendiendo y disfrutando con respeto y alegría.
Oscar Gallifa
La cata:
Lo bueno que tiene el cumplir años es compartir con los amigos una serie de vinos que de otra manera no sería posible catarlos, sobretodo, uno detrás de otro.
Como sabéis estamos de aniversario. La semana pasada, el lunes 10 de Noviembre, nos juntamos todos los del grupo para saborear de algunos vinos de los llamados "inolvidables".
Más de seis meses llevábamos pensando en qué vinos podíamos elegir para tal fecha. Finalmente nos decantamos por los que siguen a continuación. Podréis compartirlos con nosotros, aunque sea virtualmente, en las próximas dos entradas en nuestro recién estrenado dominio.

Para que os hagáis una idea, los vinos elegidos por orden cata fueron:
Silex 2003, un blanco del Loira, del recientemente fallecido Didier Dagueneau.
Salon Blanc de Blancs 1996, irresistible magnetismo.
Robert Groffier Chambolle-Musigny "Les Amoureuses" 1997, seda en el paladar.
Chateau Latour 1994: Eternamente joven.
Egon Müller Auslese 2003: La riesling en potencia.
Gessinger Sonnenuhr Eiswein 1998 ***: Madurez, presente y futuro en la copa.
En este primer capítulo os relatamos los dos primeros vinos de la serie.
Silex 2003
Cuando nos lanzamos a la caza y captura de grandes botellas para celebrar nuestro primer aniversario, nunca pensamos que, por los avatares del destino, beberíamos un vino con carácter póstumo. A los pocos días de agenciarnos una botella de Silex 2003 apareció en los medios de comunicación la trágica noticia de la muerte de su hacedor, Didier Dagueneau, el profeta del Loira (Poully-Fumé), el icono del mejor sauvignon blanc de nuestros vecinos franceses.
Sus vinos son, bueno, lamentablemente eran, muy característicos, tanto por el sello de la tierra que los vio nacer como, individualmente, por la personalidad que su creador (quien lo conocía aseguraba que manías y excentricidades eran su plato favorito en vida) plasmaba en ellos.

Tuvo algunos escarceos con sus vinos, probó la biodinámica (no acabo de gustarle eso de usar bajos niveles de sulfuroso, un error según él), hasta que entendió que debía seguir sus propios métodos. A partir de ahí, la agricultura ecológica, las largas crianzas sobre lías, la utilización de levaduras autóctonas seleccionadas para asegurarse una sequedad total, las podas rigurosísimas o el control de rendimientos tomaron un protagonismo fundamental en su estilo de viticultura, marcando un antes y un después tanto en calidad, como en volverse una referencia para todos los productores de la zona.
Con una media de 50.000 botellas anuales -que provienen de 12 hectáreas de sauvignon blanc- creó hasta ocho vinos diferentes de marcada personalidad por separado. Dentro de esa gama nos centraremos en su buque insignia, Silex 2003, nombre adaptado por los suelos de donde éste nace, arcillosos y con un alto contenido de silex (pedernal), un durísimo mineral que se utilizaba en la antigüedad para fabricar puntas de lanza o para encender fuego por la capacidad de crear chispas al entrechocarse entre si (se dice que confiere a los vinos una mineralidad y unas notas ahumadas que dan incluso el nombre a la denominación).
Muy poca información se puede encontrar de este vino y en particular de la añada 2003. Aparte de lo comentado anteriormente se sabe que sale de una parcela de 2,2 hectáreas cuyas cepas llegan a los 50 años de edad media. La crianza en madera (roble francés) no suele ser muy larga, ajustándola en cada cosecha según las necesidades particulares de estas.
Nota de cata:
Con un amarillo limón algo pajizo, muestra un brillo bastante limpio. Con lágrima abundante y algo lenta.
En un primer instante la fruta tropical (muy moderada, no alarmarse) crea el protagonismo en la nariz, pero poco a poco los herbáceos, las flores de verano blancas como el jazmín o la dama de noche toman fuerza y traen consigo a la fruta madura, melocotón y níspero bien maduros. Los cítricos (membrillo y monda de limón) también se añaden a la paleta olfativa con más dedicación.
La boca es consistente, con una entrada franca y dotada de una anchura considerable. La acidez se deja notar en el fondo de la lengua y marca el recorrido del vino mostrando una sequedad casi absoluta. De paso algo amargo, muy personal, mostrando el sello de la casa.
La longitud en boca es realmente larga, con un fino y amargo deje mineral y una sensación cremosa que crea adicción.
Puntuación VDB: 9,17
Salon Blanc de Blancs 1996
Salon está en Le Mesnil, en el corazón de la Côte de Blancs, en la región francesa de Champagne. Ese pago milagroso que es la Côte de Blancs junto a esa mineralidad inigualable que aporta Le Mesnil hacen de Salon un vino excelso. La producción seleccionada procede de las mejores parcelas del pago, la principal es la llamada El Jardín de Salon.
Es un blanc de blancs, que quiere decir que es un monovarietal de Chardonnay, y esa conjunción que se resume en el terroir hace que sea un vino capaz de aguantar décadas en buenas cosechas. De hecho, únicamente sale al mercado cuando la calidad es la idónea, y esta de 1996 que pudimos elegir dicen que puede marcar época.
Desde que vió la luz por primera vez, en 1911 gracias a Aimé Salon, se ha ido haciendo hueco entre los mejores. Es un champagne de añada, millésimé, y actualmente está en el mercado la de 1997. Desde su primera cosecha tan sólo se han lanzado al mercado 34 cosechas, fruto de la exigencia de la marca. Las próximas que saldrán a la luz serán la de 1999, 2002 y 2004.
Nota de cata:
Color dorado con burbuja finísima y persistente que se recogen en el centro de la copa a medida que ascienden.
Nariz a mantequilla fresca, entre el olor de las palomitas de maíz y de patatas fritas. Mineral por encima de todo, carburo. Flores blancas, cítricos como la lima. Pan tostado y piel de cacahuete. Al aumentar la temperatura ligeramente el cítrico se hace más evidente y aparecen toques húmedos de rocío y ceniza mojada junto a mantequilla.
En boca es esplendoroso, inigualable. Un carbónico presente pero redondo e integradísimo. Acaricia el paladar y explota alrededor de la lengua para fundirse en un bello recuerdo. Enorme acidez y un retronasal floral y un largo recuerdo mineral.
Un vino elegante, único e inigualable.
Puntuación Vadebacus: 9,64